Pero lo realmente sorprendente de esta película no es eso. Demuestra la calidad de lo que está hecha en cada aspecto, desde el argumento inicial hasta el más mínimo detalle de edición.
La historia gira alrededor del rescate real de unos funcionarios de la embajada americana en Irán durante la revolución iraní de 1979. Escondidos en la embajada canadiense, esperan mientras la CIA, con la ayuda del gobierno canadiense, monta un operativo en cubierta para sacar a los americanos del país antes de que los revolucionarios los encuentren. Esta misión de rescate pretende hacer pasar a los fugitivos por un equipo de producción que están mirando locaciones para una película de Hollywood.
La cinta teje, alrededor del espectador, una red de suspenso que empieza con la toma de la embajada americana por parte de los revolucionarios y sigue hasta el último minuto de la película, la narración le va a dando a su audiencia pequeñas pistas de qué va a pasar sin hacérsela tan fácil. Aunque seguramente todos asumen que se salvarán, nadie hace conjeturas, los espectadores suspiran, se tensionan y se muerden las uñas a medida que se intercalan escenas del lobby que se hace por la falsa película y las durezas que pasan los fugitivos en Irán.
La rigurosidad del detalle da fe de una investigación exhaustiva sobre la época. Empezando por el vestuario, pasando por peinados y maquillaje hasta llegar a escenografía, no se desvía en su misión de mostrar cómo era el mundo en 1979.
Las actuaciones son profundas, reales, comunicativas y creíbles. Es difícil creer que Tony Mendez es el mismo Ben Affleck de Daredevil, mostrando una madurez actoral que solo se ve eclipsada por sus habilidades en el campo de la dirección y producción de Argo.
Es seguro decir que Argo es una película que cumple su papel de despertar emociones en el espectador, mantenerlo entretenido, sostener el pacto ficcional y rendir homenaje a un acto verdaderamente heróico.
Catalina Reaño
Fuentes:
Wikipedia
IMDB
argothemovie.warnerbros.com